Carmen Blancat entrevista noviembre

  • Eres promotora comunitaria de Sevilla Contigo. Ciudad Compasiva. ¿En qué consiste exactamente tu trabajo?

Cuando hablamos de la labor comunitaria en el ámbito social, nos resulta casi inevitable no entenderla bajo las bases de la ciencia que lo enmarca: el Trabajo Social Comunitario.

Dentro del propio Trabajo Social, la labor comunitaria sigue suponiendo hoy día todo un desafío profesional, independientemente del marco institucional y de la relación contractual que vincule al profesional con la propia comunidad.

Hablamos de reto, debido a que, para entender y desarrollar un trabajo profesional de calidad hemos de desarrollar nuestra labor profesional, convergiendo la esencia de las tres esferas básicas de nuestra profesión: lo individual, grupal o familiar y comunitario.

Mi trabajo, como promotora comunitaria, consiste en crear lazos y estructuras dentro de una comunidad con el objetivo de establecer o activar redes alrededor de la persona o la familia que padece una enfermedad crónica, avanzada o pasa por un proceso de final de vida, en pro de la búsqueda de la calidad de vida y el bienestar psicosocial de los mismos.

El baile perfecto entre las tres esferas propias del Trabajo Social. Para llegar a todo ello, es necesario un conocimiento certero de la propia comunidad, de su propia idiosincrasia. Es necesario, conocer los roles y los sistemas familiares que se imbrican en cada proceso, así como un propio desarrollo a nivel individual de cada paciente y familiar.

En definitiva, mi labor como promotora comunitaria, consiste en poner en línea la esencia pura de una profesión, articulando desde lo más micro del Ser, hacia lo más macro de la comunidad.

  • Hablas de comunidad y de redes comunitarias. ¿Crees que son clave para optimizar los recursos sociosanitarios de los que dispone nuestra sociedad?

Desde el año 2015, nos marcamos como misión dentro de la entidad conseguir un modelo de atención integrada, sanitaria, social y comunitaria.

La articulación de estos tres pilares hace que la eficacia y la eficiencia en la calidad de vida del paciente y de la familia sea cada vez mayor. Cada vez, somos más los profesionales que entendemos que un trabajo holístico, es la suma de las cualidades individuales, en pro de un resultado común mayor, repercutiendo, en definitiva, en el bienestar psicosocial de la comunidad.

El incluir a la comunidad en todo este proceso, y el establecer redes comunitarias alrededor de la persona y la familia que se encuentra en un proceso de enfermedad crónica, avanzada o final de vida, hace que se atiendan necesidades que anteriormente eran imposible atender, no por la ineficacia del profesional, sino por la inaccesibilidad con respecto al prisma de intervención.

Los datos de estos últimos años avalan que una atención integral y centrada en la persona, hace que se minimicen necesidades tanto del paciente como de los familiares, mejorando la calidad de vida de todo el entorno y, por ende, el bienestar social.

  • Con 26 años eres la más joven del equipo de la Fundación New Health. ¿Cómo afrontas cada día el tener que tratar con personas que se encuentran al final de la vida?

Sin duda es un trabajo duro, en el que día a día te enfrentas a situaciones de mucho sufrimiento. Tienes que aprender a abrazar todo ese sufrimiento, a sentirlo cerca, a vivirlo junto a ti, evitando así el vivirlo dentro de ti.

Tienes que estar preparado psicológicamente para todo ello, afrontarlo de la manera más plena y serena posible. La tranquilidad y el bienestar que en ti reside nace de saber que estas ayudando y haciendo todo lo posible en busca de la calidad de vida del propio paciente y la familia, en un proceso tan complejo como es el final de vida.

Sin duda, el desahogo emocional dentro del equipo es esencial para el desarrollo del proyecto. Hablar sobre aquellos casos que más te hayan podido afectar, intentar no interiorizarlos y hacer partícipe al equipo de tus debilidades o posibles amenazas profesionales, hace que tu labor se enriquezca, y el crecimiento a nivel profesional y personal sea aún mayor.

  • Una Ciudad Compasiva se basa en el compromiso de la comunidad de cuidar y acompañar a las personas con enfermedades. ¿Estamos preparados para ello?

Vivimos en una sociedad, en la que el sufrimiento, el dolor, la enfermedad…la acabamos apartando cada vez más de nuestra vida. Nos evadimos del sufrimiento tanto propio, como ajeno, sin saber validar los sentimientos y emociones que podemos experimentar a lo largo de nuestra vida. El individualismo, fenómeno en el que la sociedad se vuelve cada vez más independiente y menos condicionada por los lazos familiares, o el conformismo, se hacen características centrales de la misma, llegando a experimentar lo que muchos denominan la epidemia del siglo XXI; la soledad.

Una Ciudad Compasiva incentiva y regenera los lazos sociales y comunitarios que durante estos años se ha visto debilitados o incluso fracturados. Las Ciudades Compasivas, reviven el sentimiento de comunidad, de unidad, de cuidado y compromiso hacia todos los seres con los que compartimos nuestra vida.

Asimismo, te hace sentir preparado para afrontar este proceso de acompañamiento y cuidado a las personas con enfermedades avanzadas o final de vida, entendiendo esto como un privilegio, desde el prisma de la devolución.

Necesitamos construir una sociedad cada vez más compasiva, que no solo trate la compasión al final de la vida, sino que, desde este proceso, que es donde más vulnerable somos y que nos enseña a cómo vivir el resto de nuestra vida, podamos hacer que los ciudadanos despierten, identifiquen y deseen ayudar a otras personas que pasan por un momento de sufrimiento.

Para que una comunidad sea realmente compasiva, hemos de fundamentarla a través de dos líneas básicas: la capacitación y la sensibilización. Una ciudad sensibilizada, poseerá las herramientas de percepción del sufrimiento, y desarrollará estrategias de alivio del mismo, a través del propio conocimiento.

  • Hablas del privilegio de cuidar a las personas con enfermedades, ¿es algo exclusivo de los mayores de edad?

En absoluto. Es más, uno de los objetivos de Sevilla Contigo, Ciudad Compasiva, es hacer partícipe a toda la comunidad en el proceso de cuidado y acompañamiento a lo largo de la enfermedad avanzada, crónica o final de la vida. Hemos de ser capaces de identificar nuestras fortalezas ante el cuidado y poder llevarlas a la práctica.

Una de las acciones que reflejan que el privilegio del cuidado es un valor compartido para toda la ciudadanía y que venimos desarrollando en los centros escolares de la ciudad, es Niños Cuidadores.

En ella, ponemos en valor la importancia de involucrar a toda la ciudanía en el proceso de acompañamiento y cuidado. Simplemente, es dar a los más pequeños, el papel y el rol que les corresponde en todo este proceso y hacer ver a las personas mayores de edad, que el participar en todo este proceso, al igual que para ellos, es un privilegio del que no debemos apartarles, minimizando así, sentimientos de culpabilidad, sufrimiento e interiorización en procesos de duelo.

  • ¿Qué sentimiento humano destacarías como el de más valor para ti?

A lo largo de mi recorrido por la Fundación y el bagaje profesional y personal que esta me ha aportado, destacaría por encima de cualquier otro el sentimiento de la compasión.

Bajo mi punto de vista, todo ser humano, nace y vive con la semilla de la compasión dentro de su ser, simplemente basta con saber cultivarla y hacerla crecer.

La compasión es la conjugación perfecta entre el sentimiento de empatía y comprensión por el sufrimiento ajeno, así como la motivación para aliviarlo. A través de la compasión, nos situamos de igual a igual, somos capaces de mirar el alma a través de los ojos, y poder llegar a comprender el sufrimiento de quien tenemos delante.

Asimismo, la compasión nos hace entender todo nuestro proceso vital de una forma más sana y plena. Nos permite abrazar nuestras emociones, nuestros sentimientos, nuestro sufrimiento y el de los demás, aprendiendo a convivir con él, a saber y aceptar esa parte de nuestra vida y que en la validación de nuestra emoción reside el aprendizaje vital.

La compasión nos hace humanos, nos hace libres, y lo más importante, nos hace seres capaces de conmovernos ante el dolor ajeno, dejando a un lado la apatía y movilizándonos para aliviarla desde la humildad y el compromiso con el otro Ser.