foto captura entrevista zaca julio

¿Cómo valora su experiencia en el sector sociosanitario tras más de 4 años en la Fundación New Health Foundation?

Pues la verdad es que con una doble sensación: por un lado, la satisfacción de los logros y los avances que se han conseguido no solo en España sino en otros países del mundo, y que hemos vivido muy de cerca y en los que hemos participado, pero por otro la realidad de comprobar que todavía en nuestro país no nos hemos dado cuenta de que un modelo de salud que no integre realmente lo social, lo sanitario y lo comunitario, tiene los días contados. En España somos expertos en teorías y modelos, pero nos queda mucho por aprender respecto a las implementaciones y aplicaciones prácticas. La propia administración pública invierte en modelos que miran al presente y al futuro, pero implementa modelos de hace 15 años. Las aseguradoras privadas piensan en pacientes jóvenes y sanos, sin darse cuenta de que la mayoría de su población envejece y es enferma crónica. A los recursos que hay por el país se les exigen más pacientes como ratio, pero no se les da mejor dotación ni formación…es la historia de siempre. En estos cuatro años hemos podido comprobar que la integración sociosanitaria y comunitaria no solo es viable sino que es imprescindible. Ningún sistema del mundo es sostenible si solo cuenta con un enfoque sanitario.

Como director de programas, ¿qué retos tiene por delante New Health Foundation?

Pues tras mejorar el Método NEWPALEX de Certificación de Programas y Recursos Excelentes en Cuidados Paliativos (que ya está en su tercera versión), y afianzar los modelos de empresas, universidades y ciudades compasivas con el Método Todos Contigo, nos queda avanzar en la implementación de los nuevos programas que ya estamos probando con resultados espectaculares como el Método NEWCARE para cronicidad compleja, el Modelo para Adulto Mayor y el Modelo de Salud Mental entre otros. El reto es llegar a un mayor número de países y que sean cada vez más las personas que cubren sus cuidados y necesidades, que tienen más calidad de vida y mayor bienestar, y que están más satisfechos con la respuesta que le ofrece el sistema a lo que precisan en cada momento de su vida. Y todo eso, además, ahorrando costes. Son muchos los países que, con la implementación de nuestros modelos, están demostrando que esto es viable, y desde la Fundación tenemos el compromiso y la obligación de ayudar a construir un mundo mejor. Un mundo en el que los Programas de Salud se diseñen pensando en las necesidades sociosanitarias y comunitarias de las personas, y no en los servicios que puedo prestar o no, porque a menudo nos equivocamos al pensar en los costes. Hemos demostrado que atender mal y cuidar mal es más costoso para el sistema que hacerlo bien.

¿Cuál es la situación actual de la formación en el sector sociosanitario?

Pues la formación actual tiene a mi parecer dos deficiencias importantes: la primera es que habitualmente no es el resultado de un proceso completo de consultoría de formación. Es decir, una formación de calidad debe ser el resultado de un buen estudio de detección de necesidades formativas, un estudio de mercado orientado al mercado de trabajo, un diseño de una acción en base al benchmarking, un proceso de vigilancia y transferencia tecnológica, una selección bien orientada tanto de docentes como de alumnos y una evaluación que mida realmente el impacto tanto en eficacia como en eficiencia de dicha formación, con idea de que exista siempre la mejora continua. La segunda deficiencia es que se piensa más en el título de la acción formativa, en el enfoque comercial o en el cliente, que no en las necesidades. En España hace falta más formación en Cuidados Paliativos, más inversión en capacitación y cambiar la cultura de la formación gratuita ante todo, por valorar el esfuerzo y la concurrencia competitiva real. Es decir, igual que un buen alumno debe tener una buena beca para formación, una buena entidad o institución que ofrezca formación de calidad, también debe disponer de más ayudas para formar profesionales, y eso no solo no ha llegado a la salud ni al sector sociosanitario, sino tampoco al sector de la formación en España.

¿El envejecimiento de la población está generando una oportunidad en el sector sociosanitario?

El envejecimiento de la población es probablemente el mayor problema de la sociedad en el siglo XXI. Y eso, a su vez, lo convierte en la mayor oportunidad. El sector sociosanitario es un sector de empleo y de futuro. En el 2040, España tendrá la mayor esperanza de vida del mundo, y con ello será una población con necesidades sociosanitarias que a día de hoy no estamos preparados para cubrir. Si todo sigue igual no habrá ni recursos económicos, ni equipos cualificados, ni infraestructura para ello….es un problema sin duda, ante el que tenemos dos opciones: mirar hacia otro lado o afrontarlo como la oportunidad que representa para la innovación, el empleo y la recuperación de una cultura que se ha perdido y algún día existió: entender lo que significa el privilegio de cuidar.

¿En qué se basa el Método NEWPALEX que usted ha desarrollado?

Antes de nada aclarar que el Método NEWPALEX es el resultado del trabajo de un equipo multidisciplinar, de expertos en cuidados paliativos y en sistemas de gestión, de más de 10 años de revisión de 50.000 pacientes, y sobre todo, del trabajo de aseguradoras y recursos de cuidados paliativos de Europa y Latinoamérica que con su trabajo y sus resultados nos permiten mejorar continuamente estos parámetros. El Método NEWPALEX se basa en un enorme problema para el sector de la salud: en el hecho de que el 70% de la población que fallece, lo debería hacer dentro de un Programa de Cuidados Paliativos y en lugar de eso fallecen con sufrimiento, con mala atención y a un coste que el sistema no se puede permitir. Y todo eso, no en un momento cualquiera, sino cuando más necesitan esos pacientes del sistema: al final de la vida. El Método en su aplicación práctica se basa en 200 parámetros que forman parte de un sistema de gestión que trabaja no solo sobre lo asistencial, sino también sobre áreas trasversales tan importantes como la contratación, la comunicación, los recursos humanos, el marketing, la sensibilización social o el voluntariado. Para ser excelentes hay que serlo en todo. Y cuando llega el final de la vida, un paciente necesita recibir una atención integral (biopsicosocial y espiritual), que la red domiciliaria, ambulatoria y hospitalaria trabajen de manera integrada a través de juntas paliativas, que el modelo sea sostenible para todos, y que se le ofrezca una atención excelente y de calidad. Todo ello forma parte del Método NEWPALEX.

¿Cree que la formación es necesaria para saber cuidar?

La formación es imprescindible para realizar cualquier trabajo profesional, y el cuidado es uno de esos trabajos en los que es primordial. Por supuesto las habilidades, las competencias, la experiencia, los conocimientos, etc., todo aporta. Pero sin formación adecuada el paciente no recibirá los cuidados que necesita. Y son muchos los niveles a los que se debe desarrollar esta formación, ya sea en familiares, en la creación de pacientes expertos, en cuidadores informales, en cuidadores profesionales o en los propios sanitarios. Muchos poquitos, hacen un mucho. No podemos olvidar que a los médicos les enseñaron a curar, pero no a cuidar.

¿Ofrecer un servicio de atención de calidad y excelencia es garantía de éxito?

El problema tiene un origen multifactorial. Aunque es primordial la atención de calidad y excelencia, también lo es la falta de recursos, la derivación tardía por parte de los especialistas a los programas de cuidados paliativos, la inexistencia de protocolos claros y conocidos, la falta de reconocimiento de esos profesionales como un Área de Capacitación Específica (ACE) para que haya una formación homogénea y reglada en todo el país, etc. Eso sí, un servicio de atención de calidad y excelencia debe entender también, que cuando llega el final de la vida hablamos de cuidar personas y no de curar pacientes.

¿Qué podemos ofrecer para mejorar la calidad de vida de cuidadores de personas en situación de enfermedad avanzada, alta dependencia o situación al final de vida?

A todos nos debería llegar ese momento en el que nos levantemos por la mañana y demos gracias a la vida por tener la suerte de contar con un familiar, un profesional o simplemente un miembro de la comunidad que está ahí para cuidarnos. Lo seguro es el avance de la cronicidad, el envejecimiento de la población, el incremento de la dependencia. Si pensamos en dar las gracias solo por nuestra salud, estamos condenados a la frustración porque las necesidades sanitarias, sociales y comunitarias nos llegarán a todos. La duda principal es si cuando llegue ese momento, existe o no ese cuidador. Y eso ya se lo está planteando la sociedad, pero hay que dar un paso más que será el siguiente: el cuidado del cuidador. O tomamos medidas para dar calidad de vida a esos cuidadores, o la sobrecarga física, el burn-out y la carga emocional acabará con esos recursos. Creo que para que mejoren su calidad de vida necesitan formación, más terapia cognitiva-conductual, más centros de día y Hospices que les sirvan de respiro, grupos de autoayuda, más autocuidado, y algo muy importante, más reconocimiento.

Por último, ¿Qué se puede conseguir con un sistema eficaz de gestión en Cuidados Paliativos?

Pues lo primero reducir el número de personas que mueren al año sin acceder a los Programas de Cuidados Paliativos en un 20%. A medida que se realizara una inversión mayor en cuidados paliativos, se conseguirían más ahorros para el sistema, haciéndolo por lo tanto más sostenible a la vez que mejorara la calidad de vida de las personas. La respuesta a eso es muy fácil de entender: los modelos hospitalocéntricos nos llevan a más gasto, más hospitalizaciones innecesarias, más procesos diagnósticos y quirúrgicos, y menos atención domiciliaria. Un sistema eficaz de cuidados paliativos multiplica por diez la atención domiciliaria, por cinco la atención ambulatoria y todo ellos a consta de una reducción de la atención hospitalaria. Todo aquel que quiera fallecer en domicilio, con calidad de vida y bienestar, y con todas sus necesidades cubiertas, debería poder hacerlo. Porque es lo moral, lo justo, es un derecho y además ahorra costes al sistema.